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Tres emprendimientos de economía circular en zonas rurales

La naturaleza es una fuente de inspiración constante para el ser humano. Así lo creemos en CODESPA. Las comunidades con las que trabajamos se encuentran normalmente en zonas rurales de enorme biodiversidad e incluso, en ocasiones, en áreas naturales protegidas.

En los últimos años hemos apoyado diferentes emprendimientos que aprovechan los desechos generados de procesos productivos comunes (agricultura, ganadería, pesca) para darles una nueva vida, reutilizando materias primas y/o residuos generados. De esta manera pueden ser usados varias veces e incluso desarrollar nuevos productos de consumo. Son varios los beneficios que se obtienen: inversión en investigación e innovación, preservación del medio ambiente y prosperidad para las comunidades al generar nuevos puestos de trabajo, diversificación de sus actividades y ampliar la oferta de productos y servicios en el mercado local.

 

Aprovechar los excedentes de plátano para crear empleo en Perú

La población awajún habita en la Amazonía Peruana. Allí, la pobreza tiene el rostro de la desnutrición, la carencia de servicios básicos y el trueque. Y, sin embargo, sus pobladores conservan y protegen toda la riqueza cultural y natural que han heredado de sus antepasados.

En 2021 15 jóvenes indígenas pusieron en marcha un emprendimiento que involucra a más de 300 agricultores gracias al apoyo de Fundación “la Caixa”, bajo su programa Work4Progress, y Limmat Stiftung. Su negocio consiste en transformar los excedentes de la producción de plátano en hojuelas deshidratadas, que sirven para elaborar otros alimentos como harina o tortillas. A este emprendimiento lo han llamado NUGKUI, palabra awajún con gran significado: “madre tierra”. Estos jóvenes han trabajado con ingenieros de centros de investigación punteros y han recibido orientación de especialistas en liderazgo empresarial, marketing y comercialización. Así, han transformado un producto descartado en un producto con valor añadido, que se produce sin alterar el medio ambiente y es muy nutritivo.

Su idea ofrece una solución innovadora y, además, es un negocio inclusivo, que cumple las expectativas de una demanda real, incluyendo a los más vulnerables en la cadena de valor del cultivo del plátano, ya sea como consumidores, proveedores, distribuidores o empleados.

Cleider Akuts Toledo, uno de los 15 jóvenes emprendedores.

 

Innovando con cáscara de arroz en Filipinas

Filipinas es el segundo país del mundo más afectado por el cambio climático. Tifones e inundaciones constituyen una amenaza para el 70% la población, que se dedica principalmente a la agricultura de pequeña escala para sobrevivir. Además, la gran mayoría de ellos hace uso de fertilizantes químicos, que progresivamente erosionan el suelo, reduciendo su productividad y resistencia ante los efectos del clima.

En 2021 realizamos un estudio junto con las comunidades de agricultores de la provincia de Mindanao para buscar alternativas al uso habitual de fertilizantes químicos y recuperar la fertilidad del suelo. Se identificó una solución en el biochar o biocarbón: un compuesto orgánico obtenido de la cáscara de arroz, que los agricultores suelen desechar. Una vez repartido en el terreno, el biocarbón tiene un triple impacto: fija el fertilizante aumentando su rendimiento; incrementa la productividad, entre un 10% y un 25% dependiendo del cultivo; y contribuye a la regeneración del suelo en el tiempo. Además, supone un ahorro importante para los productores que adquieren el fertilizante químico a un coste cada vez más elevado.

A lo largo del proyecto, 5.000 agricultores han reducido el uso de fertilizantes químicos, a raíz de la distribución de este compuesto por pequeñas tiendas, cooperativas y asociaciones de productores en las comunidades de Mindanao.

Marcial Fuyunan, usando el molino que separa la cáscara de arroz.

 

Desarrollar nuevos productos vitamínicos sostenibles en Colombia

FRUCAP comenzó en 2019 en la provincia del Cauca, donde el 57,6% de los hogares sufre inseguridad alimentaria. FRUCAP recupera los excedentes de producción de naranja y otras frutas para deshidratarlas y convertirlas en un nuevo producto a base de polvo que mantiene el contenido vitamínico de la fruta. Este sistema ha permitido que 40.000 niños tengan acceso a la fruta micro encapsulada y así mejorar la nutrición de las familias.

La producción de FRUCAP tiene como base el aprovechamiento de estos excedentes generados por pequeños agricultores en las épocas con picos productivos. De este modo, los nutrientes de las frutas llegan a personas que no pueden acceder a estos alimentos a un precio asequible, sin necesidad de refrigeración y con la posibilidad de ser almacenados durante año y medio, conservando su valor nutricional. En la ciudad de Medellín trabajamos con el banco de alimentos FUBAM para hacer de esto una realidad y llegar a más personas con necesidades especiales de alimentación y de escasos recursos.

La iniciativa cuenta con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y vincula a 45 pequeños productores como proveedores e indirectamente a sus comunidades, promoviendo así un negocio inclusivo. En estos años han fortalecido sus capacidades y han mejorado su productividad. Una clave importante del éxito ha sido el acercamiento entre empresas y agricultores, favoreciendo el dialogo para llegar a un modelo sostenible que permita que estos productores mejoren sus condiciones de vida, tanto a nivel nutricional como económico.

Una mujer recoge y separa las naranjas.

 

Estos tres ejemplos sobre el desarrollo de las capacidades y la apuesta por la innovación suponen alternativas asequibles que combaten la desigualdad y la deforestación de zonas naturales. Así, como en la naturaleza, la renovación de los recursos crea nuevas oportunidades de vida.

 

 

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