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‘Mi primer día de cole’

‘Mi primer día de cole’

Tengo 35 años y estoy viviendo además del síndrome post vacacional, el del “Primer día de cole”… Mi hijo mayor Yago empieza su aventura escolar y yo lo estoy viviendo como un manojo de nervios y dudas.

Todo comenzó hace meses, con la elección del “mejor” colegio, y desde entonces casi todo han sido quebraderos de cabeza. Son miles las preguntas que perturban mi paz durante estos días y las de muchas madres y padres en la misma situación, y cada una de ellas pone en cuestión nuestra elección: ¿realmente estaré propiciando un entorno donde mi hijo sea feliz?, ¿es mejor para mi hijo un colegio grande o pequeño?, ¿cómo lograremos compatibilizar el horario de oficina con el calendario escolar?, ¿tendrá un nivel adecuado de inglés?, ¿qué actividad extraescolar debo escoger?… Son preguntas que surgen por espontaneidad creativa y otras propiciadas por conversaciones con amigos y vecinos. En general, algunas más banales, otras más de fondo, pero todas cuestiones que te sumergen en un mar de inseguridades…

Una noche, que no podía dormir, por supuesto pensando en el cole, me forcé a cambiar de tema y pensar en el viaje que tenía previsto para dentro de unos meses a República Democrática del Congo. En esa mezcla de pensamientos aturdidos por el calor y el insomnio, me hice una pregunta que cambió la forma de enfrentarme a los primeros días de cole. ¿Y si hubiera nacido en Congo?, ¿realmente me estaría comiendo el coco con estas preguntas? Evidentemente no. Entonces fue cuando abrí los ojos y respiré tranquila, fue un maravilloso golpe de realidad y relatividad. Vivimos en un entorno privilegiado donde tenemos la suerte de poder preocuparnos y ocuparnos en: plastificar las fotos, rellenar formularios y de vivir inmersos en debates sobre qué método educativo es el mejor, el “finlandés o el sueco”… Y todo esto, y no porque seamos mejores o peores personas, no nos deja tiempo para valorar y disfrutar de lo verdaderamente importante: y es la enorme suerte que tenemos de poder ofrecer a nuestros hijos la posibilidad de estudiar.

Según la UNESCO, 758 millones de adultos, mayores de 15 años, no saben leer ni escribir una frase simple

El acceso a la educación es un derecho fundamental de la persona y tiene especial relevancia porque es la puerta de acceso a otros derechos fundamentales que sin la educación no tendríamos el privilegio de disfrutar. La educación nos permite aprender a leer y escribir, dos herramientas fundamentales para desenvolvernos en el mundo, para acceder a conocimientos y defender nuestros derechos y libertades. Nos da la posibilidad de acceder a un empleo de calidad que nos ayude a desarrollarnos como personas y nos facilita unos ingresos básicos para disfrutar de una vida digna.

758 millones de personas (equivalente a dos veces la población de Estados Unidos) son privadas de la oportunidad desarrollarse plenamente como personas; privadas de la posibilidad de leer a “Teo” cuando son pequeños, o “Harry Potter” cuando son adolescentes y más adelante un documento o un contrato que le asegure unas condiciones laborales dignas o le dé la posibilidad de abrir una cuenta en un banco. 758 millones de personas están hoy condenadas a la exclusión y la pobreza.

 

La educación va más allá del aprendizaje de materias y habilidades y temarios, nosotros tuvimos la suerte de poder disfrutar de una educación de calidad que nos ha dado la posibilidad de convertirnos en personas comprometidas y respetuosas con nuestro entorno, personas solidarias capaces de combatir injusticias y luchar por un mundo mejor. Ahora nuestros hijos tendrán también esa oportunidad.

La educación es tan importante que a veces olvidamos la suerte que tenemos de poder acceder a ella

Así que ahora, aunque me sigan ocupando las mismas tareas y preguntas, ya no me preocupan, estoy profundamente agradecida por poder disfrutar de los primeros días de cole. Yago y Manuela (mi hija menor) despertarán ante un mundo lleno de oportunidades para ellos. Solo espero que con el tiempo sean capaces de valorar ellos mismos lo afortunados que son por poder ir al cole y estén dispuestos a ayudar a esos niños, que no tuvieron la misma suerte.