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Esperanza Cruz: “Ahora siento que yo también soy un apoyo para mi familia” #unahistoriaquecontar

Esperanza Cruz: “Ahora siento que yo también soy un apoyo para mi familia” #unahistoriaquecontar

Las personas que viven en las zonas rurales en los departamentos de Chiquimula, Alta Verapaz, Ciudad de Guatemala, Chimaltenango y Quiché (Guatemala) están excluidas de los servicios financieros, viviendo en situación de pobreza y, en algunos casos, de pobreza extrema. Se trata de familias con bajos niveles de ingresos debido a la falta de empleo, a una alta tasa de analfabetismo y que se enfrentan a una alta vulnerabilidad ante los cambios climáticos. Trabajan, principalmente, en la agricultura, por lo que todos cambios meteorológico a los que nos estamos enfrentando, les afectan en sus cultivos.

Desde CODESPA trabajamos con esta población excluida de los servicios financieros del sistema formal. Sus altos niveles de pobreza provienen de la falta de oportunidades de empleo, lo cual influye directamente en los bajos niveles de ingresos de las familias rurales. A través de la educación financiera y la formación técnica constante, logramos la inclusión financiera de esta población vulnerable. Esto implica que puedan acceder a pequeños créditos que les sacan de un apuro, pagar los libros de sus hijos o invertirlo en sus cosechas.

“EntreTODOS. Grupos educativos de ahorro y crédito” contra la pobreza

Impulsamos la asociatividad y participación comunitaria, a través de la formación de los grupos “EntreTODOS. Grupos educativos de ahorro y crédito”. En estos grupos se les ofrece educación financiera, seguimiento y formación técnica, para que éstos, sean administrados por los mismos miembros del grupo. Los agricultores que forman parte de estos grupos aportan una gran cantidad de dinero que les permite poder concederse pequeños préstamos entre ellos mismos. Son grupos en los que las mujeres tienen un papel muy importante; el 79% de ellos están formados por mujeres.

Esperanza Cruz Ico, una empresaria en un entorno donde parecía imposible

Es el caso de Esperanza Cruz Ico, ama de casa de 35 años de edad, que vive desde su infancia en la comunidad de Muyhá, San Pedro Carchá en el departamento de Alta Verapaz. Esperanza está casada y tiene dos hijos, un niño de 14 años y una niña de 9. Su marido trabaja en actividades agrícolas y es la única fuente de ingresos que tienen.

Ingresos que utilizan para cubrir las necesidades básicas de la familia, como alimentación, educación, emergencias de salud y también los gastos relacionados con la actividad agrícola que desarrolla. Pero, su principal problema, es que este dinero no llega para todos los gastos que tienen.

Esperanza se enteró por unos vecinos de la comunidad de la existencia de los grupos “EntreTODOS. Grupos educativos de ahorro y crédito”. Le contaron que se trataba de un grupo de personas que se juntaban para ahorrar y, posteriormente, pedir créditos para solucionar cualquier necesidad que tuvieran. Esperanza empezó a formar parte de uno de estos grupos y ha visto cómo ha cambiado su vida.

“Antes no sabía nada de ahorro y créditos, ahora con la asistencia al grupo cada vez aprendo algo diferente, ahora conozco los beneficios de ahorrar y también cuando necesito un préstamo, nos ponemos de acuerdo para que a todos nos toque, por lo menos, una pequeña parte”.

Desde que asiste al grupo, con los ahorros y los préstamos que obtiene puede ayudar a su familia. Ha montado una pequeña tienda, y esto le permite comprar algunas cosas necesarias en su vida diaria, como alimentos, medicinas o cubrir alguna necesidad urgente de su familia.

Esperanza es una de las 5.200 personas que viven en zonas rurales a las que queremos llegar. Nuestro objetivo es que puedan tener la oportunidad de acceder a un pequeño crédito con el cual puedan invertir en sus tierras, en la educación de sus hijos, en las mejoras de sus casa, en el acceso a servicios básicos, en aquello que necesiten para vivir en unas condiciones más justas.

En el caso de Esperanza, éste es su sueño: “Me gustaría que mis hijos aprendieran más cosas, ya que yo no tuve la oportunidad de ir a la escuela, que aprovechen las oportunidades y que vean que las cosas han cambiado. Ahora siento que yo también soy un apoyo para mi familia”.

Historias como ésta nos hacen creer que un mundo mejor es posible, que tiene sentido que sigamos luchando para que aquellas personas que sufren la discriminación por el hecho de ser pobres, puedan tener una oportunidad que les permita salir adelante y ofrecer un futuro mejor a sus familias.