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La importancia de un liderazgo compartido en las cooperativas agrícolas en Angola

La importancia de un liderazgo compartido en las cooperativas agrícolas en Angola

Antes de la independencia de Angola, los portugueses concibieron un modelo de producción agrícola familiar en el marco del programa de Extensión Rural de Angola. Implementado por instituciones afines como ERA (Extensão Rural de Angola), MIAA (Missão de Investigação Agronómica de Angola) y otras que prestaban apoyo organizativo, material, técnico y metodológico a las familias campesinas.

Fallos y aciertos

Los niveles de producción en el seno de las comunidades fueron excelentes, especialmente en lo referente a la producción de cereales y legumbres que, por medio del ferrocarril, se transportaban y comercializaban en otras partes de África, sobre todo en los países vecinos. Al mismo tiempo, para poder alcanzar estos resultados, se crearon estructuras organizativas en las que algunos campesinos más preparados fueron designados para liderar y controlar los diversos grupos de familias campesinas. En ocasiones no solo estaba en juego el interés económico, sino también el interés político, es decir, agruparlos y apoyarlos para poder ejercer un mayor control.

Justo después de la independencia de Angola y con la influencia de la revolución verde de la década de 1970, se crearon las AUP (Asociaciones de Unidades de Producción), en las que se introdujeron medios mecanizados, semillas híbridas, pesticidas, herbicidas, fertilizantes químicos y otros. Sin embargo, estas estructuras de producción creadas en aquel entonces solo se encontraban repartidas en la meseta central y en el norte de Angola.

A partir de 1992, con la celebración de las elecciones en Angola, se lleva a cabo la transición de una economía centralizada a una economía de mercado. De esta forma, la Ley Constitucional de Angola estipuló la creación de cooperativas y asociaciones en las diferentes áreas de producción, entre las que se incluía la agricultura.

Las cooperativas, un camino para luchar contra el hambre en Angola

Con el apoyo del Ministerio de Agricultura, UNACA, algunas ONG y otras instituciones internacionales se creó una amplia gama de cooperativas y asociaciones agrícolas en todo el territorio. Muchas de ellas dieron pasos significativos aunque acabaron desapareciendo y otras van sobreviviendo como pueden. Su sostenibilidad es un rayo de esperanza para muchas comunidades que luchan contra el hambre y la pobreza.

Además de su creación, muchas cooperativas de campesinos fueron legalizadas, instruidas, recibieron apoyo material, financiero y formación de las entidades anteriormente mencionadas. A pesar de ello, en la actualidad bastantes indicadores revelan que muchas de ellas están atravesando una fase de crisis financiera y organizativa, y se encuentran en una situación de declive.

Hemos identificado que una de las causas de los problemas a los que se enfrentan estas cooperativas está muy relacionada con las limitaciones de dichos grupos a nivel de liderazgo y gestión. Los líderes de las cooperativas no han tenido la oportunidad de formarse en las capacidades para dirigir, influir o facilitar procesos de liderazgo con el respaldo de sus propias comunidades.

Resulta asimismo evidente que dichos líderes tienen dificultades para poder promover un liderazgo conjunto. En ocasiones no tienen el conocimiento para interpretar los estatutos creados por la comunidad o los impuestos; no tienen capacidad de movilización de la comunidad; no hay transparencia en la gestión de los recursos financieros; no existe paridad de género y tocar asuntos relacionados con la renovación de mandatos es un tabú, ya que temen represalias. Desde CODESPA apoyamos a las cooperativas para que se formen y capaciten para poder hacer frente a los desafíos venideros, con unos liderazgos compartidos donde todos participen.

Además, promovemos que las mujeres y los jóvenes ostentan mayor representatividad en el seno de las comunidades y las cooperativas, ya que ellos son los que lidian directa y permanentemente con las vicisitudes que el campo presenta. Darles formación y herramientas para que puedan formar parte de las decisiones y tengan voz, dentro del liderazgo de la cooperativa, significa garantizar un futuro. En países como Angola trabajamos para que los jóvenes y mujeres representen como mínimo el 60% en el liderazgo de las cooperativas.

Estamos convencidos que un liderazgo compartido, donde todos, jóvenes, hombres y mujeres tengan voz, es el primer paso para que cada día las cooperativas sean más fuerte. Y posiblemente, lo más importante, puedan desarrollar su liderazgo de forma autónoma, consciente y participativa, planificando acciones a corto y medio plazo dirigidas a los objetivos de los productores o comunidades que forman parte de la cooperativa.