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Inda Andi, una de las primeras “Artesanas de la miel” en República Democrática del Congo

“En mi pueblo todo comienza con la agricultura”. Esa es la idea que nos traslada Inda de forma continua. Una mujer de casi 50 años, que vive en las zonas rurales de Dwale Bolingo, Plateau de Batéké, en República Democrática del Congo.

Su vida se centra en el campo. Se levanta nada más amanecer. Cuida sus pequeñas tierras. Las trabaja día tras día, pero no logra obtener grandes ingresos. Solo les da para sobrevivir. La cuarta de una gran familia, nos relata que lo más importante para ella es que sus hijos puedan ir a la escuela y sueña, con un futuro, en el que les vea terminar la Universidad. Su marido y ella no tuvieron la oportunidad de finalizar el colegio.

“Siempre soñé que mis hijos irían a la universidad que su padre y yo no hicimos. Sin embargo, les he instado a no olvidar el pueblo que los vio nacer y crecer. Siempre deben tener en cuenta cómo crecieron (muchos sacrificios), para cometer cada vez menos errores en sus vidas”

Desde hace años cultiva la yuca (también conocida como mandioca). Pero cada día sus cosechas son menores y el acceso a ella es muy complejo. Gracias a la mandioca produce el chikwangues, un pan que vende para obtener unos ingresos que solo le dan para sobrevivir.

“Nuestra mayor dificultad es la escolarización de los niños. Trabajamos duro en el campo. La preparación y comercialización de chikwangues nos ayuda a tener algún ingreso para sobrevivir”, nos cuenta Inda.Haz click para twittear

Un nuevo comienzo

La familia de Inda siempre ha vivido de la agricultura. Encontrar una actividad diferente, que les permitiera mejorar sus condiciones de vida y que sus hijos no se vieran obligados a abandonar la escuela, era fundamental para ellos.

Hace ya casi 3 años, desde CODESPA llegamos a Plateau Batéké, en R.D. del Congo. Está a solo 140km de la capital Kinshasha. Sin embargo, en un país donde el 71% de la población vive con menos de un 1USD al día, en zonas rurales como estas, las condiciones de vida son muy duras.

Comenzamos a hablar con las comunidades y les ofrecimos a las mujeres liderar un proyecto llamado ‘Artesanas de la miel: mujeres que superan la pobreza en República Democrática del Congo’. Para ellas tradicionalmente la yuca es su sustento. Por eso les estamos ayudando a mejorar sus cosechas y venta.

Sin embargo, el gran cambio venía a través la miel. Un producto que podrán vender en la capital de Kinshasha, tras haberlo manufacturado y así, obtener unos ingresos alternativos a la yuca.

‘Sí, mi familia se beneficia de este proyecto, porque tenemos algunas herramientas para la preparación de chikwangues. Lo que teníamos ya no nos era útil. También creemos que cosechar y comercializar miel puede proporcionarnos beneficios que nos ayuden a cubrir necesidades básicas que tenemos en la comunidad’, nos dice Inda.

En Dwale Bolingo son 30 mujeres y todas ellas se han unido al proyecto. Y no solo ellas, 70 mujeres de otras comunidades cercanas también se han sumado. Recibieron sus kit de apicultor, a través de microcréditos compran las colmenas y se están formando para poder recolectar la miel.

Además, les hemos apoyado para crear una asociación y una marca que represente a su miel. Y estamos trabajando junto a ellas, lazos comerciales, que permitan venderla en la capital del país, Kinshasha.

Justo antes de marcharnos del pequeño Dwale Bolingo, Inda se acerca a nosotros con una sonrisa y nos cuenta en una voz fuerte y alegre: “Creo que nuestro futuro es brillante, gracias a este trabajo en los campos podremos garantizar la escolarización de nuestros hijos”.

Muchos de nosotros vivimos las dificultades de comenzar un negocio. Ellas se encuentran esas y por desgracia, otras muchas debido al contexto de pobreza y la falta de oportunidades. Sin embargo, unas a otras se apoyan, se dan consejos y no desfallecen. Nosotros las llamamos cariñosamente las “Artesanas de la miel”.