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Día Internacional para la Reducción de los Desastres

Hoy, sábado 13, se conmemora el Día Internacional para la Reducción de los Desastres. El objetivo de este día es sensibilizar y concienciar tanto a los gobiernos como a la población en general, de la importancia de tomar medidas que prevengan y mitiguen los riesgos que conllevan los desastres naturales, en especial, para aquellas personas que viven en situación de vulnerabilidad.

En las últimas dos décadas, más de 1,35 millones de personas han perdido la vida debido a catástrofes naturales y más de 4 000 millones de personas se han quedado sin hogar y se han visto obligadas a desplazarse. Tormentas, inundaciones, terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis, son algunos de los fenómenos climatológicos que más consecuencias tienen en la vida de las personas.

El cambio climático nos está afectando a todos. Si bien nadie estamos a salvo de poder vivir un desastre natural, en el caso de las personas que viven en situación de vulnerabilidad ya sea social, económica o social, las consecuencias se agravan. En un contexto de cambio rápido, y con los efectos del cambio climático ya patentes, es urgente tomar medidas que permitan a las poblaciones rurales más pobres adaptarse al escenario que este cambio climático plantea.

En la última década, actores a nivel internacional, nacional, regional y local estamos incrementando nuestros esfuerzos para sensibilizar acerca de esta necesidad y actuar al respecto. Al componente humano y ético, se añade la consideración de que el coste económico de la realización de procesos de adaptación eficientes es menor que el coste del resultado por los impactos esperados del cambio climático.

Para abordar el cambio climático en su conjunto, se plantean a nivel estratégico dos líneas de acción. Por un lado, fomentar estrategias de mitigación, que son aquellas que buscan abordar las causas de este cambio climático. Por otro lado, impulsar estrategias de adaptación, que buscan afrontar sus ya inminentes efectos. Adicionalmente, y de manera creciente en los últimos años, se plantean sinergias entre acciones de mitigación y adaptación.

Filipinas y los desastres naturales

Si nos detenemos en Filipinas, vemos que es un país que está acostumbrado a las catástrofes naturales. Se trata del cuarto país del mundo que más desastres naturales ha sufrido en las dos últimas décadas, según un estudio publicado por la Oficina para la Reducción de Riesgo de Desastres de la ONU. Sus aguas cálidas, sus concentraciones costeras, su deforestación y el llamado «Cinturón de Fuego del Pacífico», que concentra zonas de intensa actividad sísmica y volcánica, son algunas de las razones por las que la población filipina se ve más expuesta a desastres de este tipo.

La población más pobre de Filipinas ha ido instalándose, principalmente, en zonas costeras, donde la mala calidad de las construcciones y la inexistencia de planes de evacuación, hacen que su prevención y adaptación ante estas catástrofes, sea más difícil.

Junto a esta población trabajamos desde CODESPA. Nuestro objetivo es que las personas más vulnerables puedan minimizar, al máximo, los efectos de los desastres naturales que viven. ¿Cómo lo hacemos? Impulsamos varias acciones:

  • Fortalecemos a los gobiernos locales para que implementen acciones para la reducción del riesgo del impacto del cambio climático y los desastres naturales y así conseguir comunidades rurales más resilientes, preparadas y seguras.
  • Promovemos alternativas de cultivos resilientes que garanticen la disponibilidad de alimentos y el acceso de las personas a ellos. Impulsamos la producción local junto a medios de vidas alternativos que garanticen una recuperación rápida después de los desastres. Alimentos que tengan un ciclo de producción corto que les permita aumentar sus ingresos. Además, facilitamos el acceso a servicios financieros rurales adaptados a sus necesidades, especialmente, a mujeres que se enfrentan a mayores barreras a la hora de acceder a los microcréditos.
  • Impulsamos los negocios inclusivos para los más vulnerables en alianza con actores públicos y privados. Como ejemplo, estamos promoviendo el negocio de las algas para que pequeños productores puedan mejorar la productividad de sus cultivos. De esta forma, obtienen mayores ingresos que hacen que puedan superar los momentos en los que se dan las catástrofes naturales. Asimismo, les ayudamos en el acceso a nuevos mercados, tanto a nivel nacional como internacional, para que puedan tener unas mejores condiciones a la hora de vender sus algas.

Nadie puede quedar fuera de la grave responsabilidad de conservar nuestro planeta. Se lo debemos a esas personas tan vulnerables y nos lo piden las generaciones futuras. Nos corresponde facilitarles que vivan en un entorno natural sano, en un mundo mejor que el que nosotros hemos recibido, con menos pobreza y más equidad.