Tras el terremoto he ido a visitar el cantón Muisne en Esmeraldas para ver cómo estaba la situación. En este cantón hay familias afectadas que han perdido los pocos medios económicos que tenían para poder subsistir. Se trata de familias que viven en casas modestas de construcción de madera y/u hormigón construidas en los lugares más cercanos a las playas y el mar. El ingreso medio mensual familiar es de 200,00 dólares, dejándolos en una situación de total vulnerabilidad.

Entre los principales servicios básicos afectados por el terremoto está el sanitario. Además, es el único cantón de la provincia de Esmeraldas que no tiene suministro de agua potable, la población se abastece de agua de pozo. El terremoto deja patente problemas de miseria e insalubridad muy grandes en la que viven sus habitantes.

La población esmeraldeña vive en constante miedo por las réplicas (más de 840 registradas a la fecha) que se han producido después de ese devastador terremoto que tuvo lugar en nuestro territorio y cuya magnitud fue de 7,8 en la escala de Richter. Las personas han quedado afectadas psicológica y emocionalmente, se duerme en las calles, veredas, portales, por temor a que se produzcan réplicas que hagan colapsar las infraestructuras familiares, escolares y públicas que han quedado debilitadas por el seísmo.

Son días de miedo, angustia, incertidumbre y no dejo de vivir cosas que me impactan. Hay una destrucción total de viviendas, familias que lo han perdido todo, durmiendo a la intemperie. Se viven situaciones tremendas en los albergues. La noche del 24 de este mes hubo una fuerte llovizna, los colchones se mojaron porque no todas las familias tienen carpas, la mayoría usan plásticos y, en algunos casos, sábanas a manera de techo. No se pudieron preparar los alimentos porque se mojó todo, se formaron grandes charcos de lodo. Además, se convive con animales (gatos, perros) y letrinas portátiles ubicadas a escasos metros y en número de 5 por 100 familias. Una situación realmente alarmante, lo cual puede originar problemas serios de salud entre los albergados. A esto se une que se han producido oleajes fuertes lo cual ha obligado a las familias a evacuar y abandonar sus viviendas.

Y a todo esto se suma el miedo. Las personas tienen temor de que no haya respuesta del Gobierno ante sus necesidades, que no se cumpla con lo prometido. Tienen miedo a volver a vivir lo que algunas familias ya pasaron en Esmeraldas hace dos años, donde trece personas perdieron la vida por un deslizamiento de tierra en el que quedaron atrapados. A las familias afectadas por este deslizamiento se les llevó a un albergue hasta que pudieran reubicarlas. Después de estos dos años todavía siguen en los albergues, sin que haya solución a sus problemas.

Sienten miedo de que puedan ocurrir desastres de la misma o de más alta magnitud de la que ocurrió este 16 de abril y, aún más, no saben qué oportunidades van a tener para volver a construir sus viviendas y reactivar sus actividades económicas.

En Ecuador necesitamos ayuda. En primer lugar, ayuda humanitaria inmediata, todavía hay zonas que no se les ha atendido y las familias están durmiendo debajo de árboles porque sus viviendas se han derrumbado. Necesitamos alimentación, carpas, toldos, linternas, agua para consumo humano y apoyo emocional.

A medio plazo necesitamos buscar estrategias para el desarrollo económico de los damnificados y afectados del terremoto a través de la creación de emprendimientos así como la recuperación en las condiciones de vida de los afectados. Necesitamos la reconstrucción de viviendas, sistemas de agua, baños, escuelas y la reactivación económica de las familias.

Si quieres ayudar a cientos de familias afectadas por el terremoto, puedes hacer tu donación en los siguientes números de cuentas o directamente, a través del proyecto:

BANCO SANTANDER: ES12 0049 5232 87 2710029050

LA CAIXA: ES67 2100 4770 10 0200176543