↑ Blog

Bancos de semillas: 125 mujeres tendrán voz en la lucha contra el hambre en Nicaragua

Nicaragua hace frontera con Honduras y Costa Rica, con poco más de 6 millones de habitantes, se encuentra entre los países más pobres de Latino América. Por desgracia, la pobreza es la principal razón de otras duras consecuencias, como el hambre.

El hambre y la inseguridad alimentaria tienen un fuerte vínculo. A esto, se le suman los efectos del cambio climático. En un país donde el 70% de la población se dedica a la agricultura, se presenta necesario ayudar a que la población pueda liderar la lucha contra el hambre y que las mujeres sean protagonistas de este objetivo.

En la pequeña provincia de Jinotega el 29,5% la población sufre desnutrición. Los adultos no tienen la energía suficiente para llevar una vida activa y sana, y los más pequeños carecen de las fuerzas necesarias para estudiar o jugar. En los primeros años de vida, esta malnutrición puede tener consecuencias que les acompañen toda su vida.

Un proyecto liderado por mujeres de 23 comunidades rurales

A través de 5 bancos de semillas, liderados por mujeres agricultoras pobres, lograremos que 2.362 personas puedan mejorar el acceso a alimentos y dar los primeros pasos para alcanzar la seguridad alimentaria en sus comunidades.

Los bajos índices de productividad, las consecuencias del cambio climático, así como la dificultad de acceso a los mercados, han provocado que durante años, los agricultores tengan que cultivar con semillas de muy mala calidad. Las cosechas cada vez descendían más y nadie les compraba sus productos. Además, acceder a microcréditos que les permitan comprar semillas les resulta muy difícil e incluso imposible si eres mujer en Santa María de Pantasma (Jinotega).

525 mujeres, de 23 comunidades, formarán parte de este proyecto. No solo mejorarán la seguridad alimentaria de sus comunidades, comenzarán a acceder a los mercados en condiciones justas y tendrán la oportunidad de aprender y defender sus derechos.

Entre ellas, 125 mujeres liderarán los denominados bancos de semillas. A través de ellos aprenderán a multiplicar las semillas y mejorar su calidad. Estos aprendizajes los compartirán con sus comunidades y a través de créditos en especie (te prestan 1kg, devuelves 2kg o la cantidad acordada), harán posible que estas semillas de calidad se ‘viralicen’ entre las comunidades rurales más vulnerables.

Otras 400 mujeres, a través de cooperativas, comenzarán a formarse a nivel administrativo, financiero y de gestión, para que sus cosechas puedan llegar al mercado en condiciones justas. Unos objetivos comunes, que lograrán movilizándose y que cuando se logren, harán que la opinión y las ideas de todas ellas, sean escuchadas.

Este proyecto, que acabamos de comenzar, está recibiendo el apoyo de OFID. Sin ellos, estos proyecto no sería posible.