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Una historia de microfinanzas

EntreTODOS

Tener liquidez para pagar las necesidades básicas o para invertir son algunas de las preocupaciones vitales en cualquier familia. Pero, ¿y qué pasa con los pobres? ¿Es factible que además de pensar en cómo tener más dinero para pagar la educación de sus hijos, su alimentación, invertir en sus propios negocios, y en general cumplir con sus obligaciones, puedan también ahorrar? Podríamos decir que no. ¿Entonces…?

Vamos a contar una historia y, con ella, algunas claves del éxito de EntreTODOS. Este modelo de financiación permite el acceso al ahorro y crédito a los más necesitados. Se basa en la confianza y en la igualdad, y es una palanca para el empoderamiento de las mujeres.

Rosa Lidia tiene 25 años. Vive en la Aldea de San Miguel (Chiquimula, Guatemala). Tiene un niño de 6 años, una niña de 5 y está esperando el tercero. Su marido lleva a casa la mayor parte de ingresos, pero ella no quería quedarse cruzada de brazos: “Mi mayor desafío es ver la forma de ayudar a mi esposo en los gastos. También que mis hijos crezcan sanos y no se enfermen”. Así se expresaba Rosa Lidia al inicio de un proyecto de CODESPA. En esa época, “el dinero que entraba en casa ese mismo día se gastaba para poder comer”.

 

San Miguel está a 10 kilómetros de una ciudad importante. La carretera, de terracería, es de difícil acceso, sobre todo en invierno. El clima es seco, fuertemente golpeado por la sequía. La mayoría de sus habitantes se dedican a la agricultura. En esa área del país trabaja CODESPA, que en 2019 presentó a la comunidad de San Miguel su metodología EntreTODOS. Al principio, había mucha desconfianza entre los vecinos. Habían tenido una mala experiencia con otro proyecto de desarrollo. “No todos en la comunidad estuvieron de acuerdo –cuenta Rosa Lidia–, pero los que dijimos que sí, formamos un grupo de ahorro y crédito”. En estos grupos, como indica su nombre, tiene más peso el ahorro que el crédito.

Rosa Lidia fue presidenta de uno de los grupos. Su labor consistía en apoyar a las demás integrantes, recordarles las reuniones y coordinar las reuniones. No en mandar, porque en estos grupos cuentan todos. Las integrantes del grupo recibieron formación en repostería y ebanistería. “Lo que más necesitan las familias con las que trabajamos es tener una oportunidad para desarrollar sus capacidades y recuperar su dignidad”, explica María Ximena Peñuela, responsable de gestión del conocimiento y evaluación en CODESPA. Al terminar los talleres, estas mujeres se organizaron para elaborar canastas de hilos de plástico, integrando una práctica de economía circular en su aldea. Venden sus productos en una localidad llamada Esquipulas.

El cambio que encamina la vida hacia una mayor prosperidad puede empezar a ras de suelo. Rosa Linda cuenta:

“Como en el ahorro uno puede prestar y después pagar, ya realicé préstamos y le eché piso a mi cuarto [el suelo antes era de tierra]. También compré unas sillas para el corredor de mi casa. De no ser por el proyecto, estas cosas no las hubiera realizado ni en sueños”.

Pero ese tipo de inversiones son minoritarias. El 84% de los fondos que obtienen estas mujeres los reinvierten en actividades productivas.

Entre los aliados de esta iniciativa de microfinanzas para el desarrollo, está la secretaria de obras sociales de la esposa del Presidente (SOSEP). Junto con las alianzas, hay otra clave para la durabilidad de los resultados: todas las personas que conforman un grupo de ahorro adquieren conocimientos financieros, desde la práctica. Además, cuentan con herramientas adaptadas a su capacidad de ahorro y a su nivel de alfabetización.

Es una historia del proyecto “Mejora de las condiciones y desnutrición de vida y reducción de la desnutrición crónica en las familias rurales de Chiquimula, Guatemala”, financiado por la Generalitat Valenciana. Agradecemos también su labor a nuestros socios en el proyecto: Acción contra el Hambre y MejorHa.

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