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2017: un año para impulsar un turismo sostenible para todos

La reciente crisis económica, aún no totalmente superada, invita a reflexionar sobre los modelos y valores sobre los que construimos el futuro. Se habla, por ejemplo, de la necesidad de promover una economía inclusiva y sostenible. Pero, ¿qué significa “promover una economía inclusiva”?

Sin pretender dar una respuesta definitiva, cabría decir que se trata de dar forma a las iniciativas económicas para que puedan participar en ellas todos los pueblos, todas las comunidades, no solamente las del mundo desarrollado o aquellas que están particularmente preparadas.

Desde CODESPA trabajamos para ayudar a personas en su camino fuera de la pobreza. Y lo hacemos, precisamente, promoviendo actividades económicas inclusivas. Al ayudar a las personas en situación de pobreza que se puedan incorporar al mercado, en condiciones justas, les facilitamos una oportunidad que les permite ser dueños de su desarrollo personal y familiar.

Programa RUTAS, un turismo sostenible contra la pobreza

RUTAS es nuestro programa de turismo sostenible. Os lo queremos contar, porque a la vuelta de los años se ha convertido en un modelo de negocio inclusivo, sostenible y replicable. El proyecto beneficia a familias indígenas en situación de pobreza en Ecuador, Perú y Bolivia. Y lo hemos llevado a cabo directamente en esos países.

Según la Organización Mundial del Turismo, esa actividad aporta alrededor del 10% al PIB mundial; y representa 1 de cada 11 puestos de trabajo. En países emergentes es un sector que actualmente está creciendo rápidamente.

El turismo constituye por tanto un factor de desarrollo económico y cultural que debe ser adecuadamente promovido, como nos recuerda Naciones Unidas, al proclamar este año, 2017, como Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo.

Todos hemos visto, directamente o a través de la televisión, lugares con especial atractivo turístico, donde conviven riqueza y pobreza; donde, junto a grandes resorts y una oferta de alta gama, viven poblaciones en situación degradada, sin capacidad para aprovechar la oportunidad que el turismo representa. Ahí es donde desde CODESPA nos propusimos actuar.

¿Cómo las comunidades más vulnerables pueden mejorar sus vidas gracias al turismo?

Déjame contarte cómo lo hicimos.

En primer lugar, plantearnos un reto ambicioso: que las comunidades más vulnerables fuesen capaces de atender turistas; y que lo hiciesen bien, competitivamente. Sin que fuese necesaria nuestra ayuda en el futuro. Y nos pusimos a trabajar, en alianza con agencias de desarrollo, gobiernos locales y empresas del sector.

Identificamos, junto a las comunidades, productos que fueran atractivos para el turista: pequeños alojamientos rurales, restaurantes de comida típica, bien preparada; recorridos: unas ruinas históricas, un buen paisaje, un taller de artesanía…

Y las familias tuvieron la valentía de formarse, de aceptar el reto e invertir – aún sin haber visto a ningún cliente -, ayudados por nosotros, con la colaboración de otros profesionales del sector: turoperadores, especialistas en gastronomía, hospedaje, guía turistico…

Cuando hace varios años encargamos una evaluación independiente para medir el impacto del programa, Valeriana Mendoza, una microempresaria de la Isla del Sol, en el lago Titicaca, explicaba que CODESPA “le había transmitido un secreto”.

El secreto es precisamente ese, la formación que había recibido para instalar y gestionar el alojamiento rural Quimsa Bolivia, para el que había necesitado pedir un crédito. Valeriana, como pudo constatar el evaluador al leer las encuestas de satisfacción de sus clientes, estaba sabiendo sacar ventaja a ese “secreto” con una profesionalidad excepcional.

El gran reto de atraer turistas

Había que vender — y vender bien —, esos productos de turismo que estábamos creando. Para lograrlo, fue necesario involucrar a un buen número de empresas turísticas. Empresas que, entendiendo la lógica de una acción social vinculada al corazón del negocio, fuesen conscientes del valor que esa nueva oferta podría aportarles. Pero, es justo decirlo, esta colaboración no ha restado mérito a las comunidades. La venta de esos productos ha sido liderada por ellas mismas.

Han acudido a ferias turísticas, a convenciones; han abierto oficinas de venta en lugares de llegada de viajeros; y han vendido a través de internet y redes sociales. Como es natural, con la ayuda de los más jóvenes, que tienen la responsabilidad de la venta del programa.

¿Qué reto nos queda?

Extender el programa a nuevos destinos. Y, a la vez, acompañar a quienes ya están en él, para que gestionen cada vez mejor la operación turística: recogida y transporte seguro de viajeros, manejo de la contabilidad, análisis de encuestas de satisfacción…

El Programa RUTAS ya incluye casi 600 emprendimientos turísticos en 30 comunidades del Valle Sagrado de los Incas; en las faldas del monte Chimborazo; en las orillas del Lago Titicaca y en el Salar de Uyuni. Y queremos daros las gracias a todos los que lo estáis haciendo posible. Especialmente, gracias a las 54 empresas y organizaciones, como la CAF Banco de Desarrollo de América Latina, que creéis en el turismo como una herramienta que puede cambiar las vidas de los más vulnerables.

Qué satisfacción saber que estas familias ahora disponen de mayores ingresos, que son protagonistas de su desarrollo, con espíritu emprendedor. Y que pueden mirar con optimismo al futuro.