↑ Blog

El futuro de Kivu del Norte: innovando para enfrentarnos a grandes retos

Shasha es una pequeña zona rural que se encuentra a tres horas de una de las principales ciudades de R.D. del Congo, Goma. Esta última, es la capital de Kivu del Norte. Entre elevadas montañas y pendientes muy pronunciadas, a 2 000 metros de altura, Shasha esconde pequeñas comunidades de campesinos.

Un paraje idílico para cualquier viajero, que se ha convertido en un lugar donde las familias se enfrentan a la pobreza extrema. Solo el 25% de los personas pueden terminar la escuela primaria. Sin oportunidades laborales, sin acceso a servicios básicos y lejos de los mercados de abastos, no ven oportunidades para mejorar sus condiciones de vida. Sobreviven gracias a sus pequeños huertos y granjas.

Desde CODESPA nos comprometimos a ayudarles a mejorar sus condiciones de vida y salir de la situación de pobreza en la que se encuentran. Convertirles en proveedores de productos para los pequeños mercados de la zona, darles herramientas para que su trabajo mejore y ayudarles a que se unan, es fundamental. Una camino que queremos recorrer junto a ellos para que sean los protagonistas del futuro de Shasha. Pero, ¿cómo podíamos hacerlo?

Teníamos que hacer lo que nadie había hecho antes en Shasha. Cambiar la forma de ayudarles. Volverles a emocionar y que se convencieran de que un futuro mejor es posible.

Por esto, decidimos desarrollar unas tecnologías que les permitan aumentar sus cosechas y vender estas, en mercados, a precios justos. Herramientas a bajo precio que se adaptaran a sus necesidades. Nos sentamos junto a ellos, aprendimos y estudiamos soluciones. Investigamos contextos similares de África e investigamos como adaptar soluciones que estaban usando en países como Uganda, al contexto y entorno de Shasha. Y comenzamos a desarrollar proyectos pilotos.

Tecnologías de bajo coste para agricultores vulnerables

Shasha, un lugar sin infraestructuras

Estas tecnologías tienen el objetivo de reducir problemas a los que se enfrentan las comunidades. Reducir la terrible fatiga de su trabajo hecho a mano; que puedan acudir a los mercados y convertirse en proveedores de alimentos a precios justos; así como aumentar la calidad y cantidad de sus cosechas.

Tras más de 12 meses podemos decir que existen 4 tecnologías de bajo coste, que pueden ayudarles.

  • Herramientas. A través de 2 herramientas, que se utilizan en muchos países europeos, podrán reducir su fatiga en el trabajo. Esfuerzos como arar la tierra, provocan que toda la familia se vea obligada a pasar días en el campo. Estas herramientas reducirán este esfuerzo y permitirá que puedan invertir tiempo en otras actividades, que les den ingresos a las familias. Además, los más pequeños podrán dejar atrás el trabajo en el campo e ir a la escuela y disfrutar de su infancia.
  • Abono de orina humana o animal. Sí, has oído bien. Descubrimos que en una disolución de 1 a 10 (más o menos) se convierte en un fertilizante único. Así, por ejemplo, para productos como la patata u otros tubérculos, su producción puede aumentar hasta un 20-25%. Una tecnología que mejorará y aumentará sus cosechas.
  • Burro. Las distancias son grandes y el desnivel que tienen que recorrer con los productos que han cultivado para venderlos en el mercado, provocan que muchas veces no puedan llegar a ellos y obtener unos pequeños ingresos. Poder acceder a burros, tal como vimos en otras experiencias en zonas montañosas de Uganda, a través de microleasing les permitirá recorrer esas distancias y vender los productos, en condiciones justas.

Cuatro tecnologías que ahora tenemos que ayudarles a implantar. A desarrollar proveedores de las mismas y que puedan acceder en condiciones justas y adaptadas a ellos. Sin olvidarnos de la formación, fundamental para que puedan aprovecharlas al máximo.

Sí, nos enfrentamos a grandes retos: la pobreza extrema, hambrunas o las consecuencias del cambio climático. Pero como paradoja, posiblemente somos la primera generación que podemos resolverlos. Grandes retos que requieren de una forma diferente de enfrentarnos a ellos. Innovar, desarrollar nuevas tecnologías y por encima de todo, creer en las personas. Y eso es lo que hacemos en R.D. del Congo, confiar en las personas y ser esa oportunidad que necesitan para liderar un nuevo futuro en Shasha.