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Mariana Cecilia: “Mi sueño es ver una federación bien fortalecida y empoderada por sus productores”

Mariana Cecilia tiene 26 años y vive en Sucumbíos. Es la hija menor de tres hermanos y vive con su padre. Ella nos cuenta su historia y como su familia, poco a poco, ha ido superando adversidades:

“Mis padres son José Paucar y Mariana Chamba, oriundos de Loja, que emigraron por la sequía y llegaron a Sucumbíos. Crecieron con un sin número de necesidades y debido a esto planificaron tener solo dos hijos para intentar darles un mejor futuro. Pasaron los años y tuvieron a mi hermana y a mi hermano. Pasaron dos años y mi madre se dio cuenta de que estaba embarazada otra vez. Nací el 1 de noviembre de 1991.

Nací, crecí en la finca rodeada de vegetación, aves, animales para el consumo familiar y hermosas tierras productivas, donde cultivábamos: arroz, maíz y palma africana. Recuerdo que salíamos de la escuela mis hermanos, primos y nos dirigíamos ayudar a las siembras y cosechas del arroz y maíz.

Mis padres fueron muy exigentes en nuestros estudios, querían que tuviéramos las mejores calificaciones y nos enseñaron a valorar el trabajo y a no tener vergüenza de trabajar o salir a vender los productos a la calle. Sabíamos que cuanto mejor fuera la venta, mejor sería nuestra remesa de alimentos y más posibilidades tendríamos de ahorrar para nuestros estudios superiores. En la familia de mis padres el que tiene más estudios llega a primaria y mis padres soñaban con que sus tres hijos fueran profesionales.

En el año 2001, nuestra vida dio un giro terrible a causa de la picadura de una serpiente en la pierna de mi padre. Pasó varios meses en Quito hospitalizado y, al final, consiguió salir adelante.
Fueron años muy duros pero, pese a las circunstancias, continuamos estudiando y optamos en vender golosinas en la escuela para cubrir nuestros gastos y tener para la remesa de alimentos de la familia. Seguí estudiando en un colegio a distancia para poder trabajar la finca junto a mis hermanos. Mi hermano a los quince años y medio asumió la responsabilidad de la casa y al ver que estábamos sobre endeudados decidió emigrar a los Estados Unidos. Desde allí contribuye para pagar las deudas contraídas por salud de mi padre.

Pude acceder a estudiar la carrera de Tecnólogo en Agroforestal. Las cosas parecían que estaban mejorando, mi padre ya podía trabajar y soñaba con comprar una computadora. Pero la casa de mis padres se quemó y aunque mis padres no querían que abandonara mis estudios, me vi entre la espada la pared. En ese momento mis compañeros de estudio me apoyaron prestándome una computadora, regalándome ropa, zapatos, dándome comida. Al final, gracias a una beca pude terminar mis estudios.

Con 21 años participé en una reunión de elección del nuevo directorio de la Federación de Organizaciones Campesinas de Shushufindi FOCASH, donde me eligieron secretaria general, asumiendo ser la representante legal. Una experiencia muy enriquecedora donde conté con la oportunidad de hacer muchos amigos que me guiaron, capacitaron y me fortalecieron mi autoestima. Así he podido demostrar que una mujer joven puede liderar y sacar hacia adelante a la federación. Fue una responsabilidad grande durante cuatro años y, al finalizar, no quisieron que me fuera así que me contrataron como administradora diciéndome que los logros obtenidos eran gracias a la constancia, dedicación y trabajo en equipo.

Dada la situación precaria de nuestra federación, realizamos varias gestiones hasta conocer a CODESPA con la que, desde el principio, se vieron sinergias. Gracias a la capacitación que nos han dado hemos podido ver nuevas oportunidades. Mi vida antes estaba llena de inquietudes, sentía impotencia al querer ayudar a mi familia y no poder hacerlo ya que no contaba con los conocimientos suficientes. Además, sentía que al ser mujer no podía ser más que madre de familia. Tenía la autoestima muy baja era muy frágil ante una sociedad que no permite que la mujer se superara.

Realmente me siento dichosa ya que, pese a las dificultades, he superado los retos que se me han presentado en el transcurso de la vida. Cada día me levanto con optimismo para intentar mejorar y poder ayudar, me siento comprometida y con ganas de continuar trabajando en beneficio de quienes más lo necesitan. Considero que me aferro al trabajo para demostrar a todos los que nos han ayudado que han realizado una buena inversión. Reconozco que como ser humano, también cometo errores y por lo mismo continúo participando en capacitaciones.

Nuestra federación que agrupa a cuatro asociaciones de pequeños productores, hemos sentido un gran apoyo por parte de CODESPA. La federación está formada por 520 familias y hemos pasado de 100.000 dólares en venta en 2015, a superar los 600.000 dólares en 2017.  Este es el resultado de que CODESPA nos haya apoyado dándonos formación tanto en aspectos organizativos como productivos, así como su acompañamiento en la parte comercial.

Mi sueño es ver una federación bien fortalecida y empoderada por sus productores, reconocida a nivel nacional e internacional por la calidad de sus productos: arroz, maíz, cacao y café, garantizando precios competitivos para el productor y brindándole acompañamiento técnico para garantizar una buena cosecha.”