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El mercado colombiano de Silvia: un lugar mágico donde mostrar sus artesanías

Como cada martes el mercado de Silvia, situada en el departamento colombiano del Cauca, se llena de vida con el ajetreo constante de mercancías, compras y ventas.En el confluyen indígenas misak (guámbianos) -uno de los grupos indígenas más tradicionales de Colombia-, nasas, campesinos y mestizos. Un día de mercado en el que no solo se hacen transacciones económicas sino también se convierte en el punto de encuentro de la población, de unos 35.000 habitantes. Se trata de la tercera población de Colombia con más número de población indígena.

En el mercado se venden desde productos agrícolas como panela, café, verduras, maíz, frijol y quinua, entre otros, hasta tejidos típicos de la zona. Las mujeres indígenas venden en la plaza sus creaciones, auténticas obras de arte hechas a mano. Prendas tejidas con lana como mochilas, ponchos o mantas cuyas formas y colores crean figuras del arte originario, entre miles de olores que nos trasladarían al campo.

Las mujeres indígenas siguen tejiendo su futuro

Trabajamos con las mujeres misak, nasas y mestizas que acuden a mercados como el de Silvia a vender sus artesanías hechas con lana. Mujeres que han podido volver a aprender las técnicas tradicionales de tejer e hilar. Alrededor de estos productos han podido unirse permitiéndoles emprender y tener sus propios negocios de artesanías, además de preservar los saberes y la forma en la que tejían sus ancestros.

Las mujeres indígenas se encuentren con grandes dificultades para poder obtener ingresos y salir de la situación de pobreza, pero gracias a la venta de estos productos están consiguiendo mejorar sus condiciones de vida y la de sus familias. Impulsamos su formación en temas empresariales y comerciales para que se conviertan en emprendedoras de futuro y conozcan sus derechos. Además, a través de talleres formativos les enseñamos a cómo gestionar sus pequeños negocios.

Las mujeres indígenas con las que trabajamos se están convirtiendo en protagonistas del desarrollo, ayudando a sus familias a mejorar sus condiciones de vida. Ven como su autoestima y su independencia económica aumentan. Las mujeres se han unido a través de las asociaciones para poder vender sus productos en condiciones más equitativas y justas. Mercados como el de Silvia se convierten en lugares mágicos, donde juntas muestran lo que están logrando… y solo es el principio.

Esta historia no habría sido posible sin la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). El proyecto, en concreto, consiste en el “Fortalecimiento del tejido productivo y las capacidades de participación política y social de 273 mujeres indígenas y campesinas para la promoción y el ejercicio efectivo de sus derechos económicos, sociales y culturales, en el departamento del Cauca”.