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Gracias al cultivo de algas he podido pagar el parto de mi primera hija, Mary Rose #unahistoriaquecontar

Gracias al cultivo de algas he podido pagar el parto de mi primera hija, Mary Rose #unahistoriaquecontar

Hoy queremos contaros la historia de Mary Rose, una mujer procedente de una familia pobre en la ciudad de Ilo-Ilo, en Filipinas, y que, siendo muy joven, emigró a Manila en busca oportunidades, para mejorar sus condiciones de vida. En Manila trabajaba como cajera en un supermercado con contratos precarios. Sus ingresos no le permitían pagarse los gastos a diario.

En la ciudad conoció a su actual marido, natural de la Isla de Siargao (Surigao del Norte). Ambos decidieron regresar a la tierra natal de su marido para comenzar una nueva vida en la provincia, junto con la madre de este. Mary Rose y su pareja comenzaron a cultivar algas en 2007 con el objetivo de conseguir unos ingresos que les permitieran salir hacia delante. Al mismo tiempo, combinaban el cultivo de algas con otro tipo de cosechas. De esta forma Mary Rose y su familia podía subsistir todo el año, viviendo al día.

A finales de 2010, Mary Rose conoció uno de los proyectos que desarrollamos en Filipinas, a través de una vecina que la animó a hacerse miembro de una asociación de agricultores de algas. A partir de entonces, fueron capaces de invertir en sus cosechas, recibieron formaciones sobre cultivo de algas y materiales para construir un vivero, de donde comenzaron a proveerse de plantones de algas a precios asequibles y un secadero, donde almacenar y preparar las algas para su cultivo. Gracias a los nuevos conocimientos adquiridos, las plantaciones de algas ahora son más eficientes y obtienen ingresos para mejorar sus condiciones de vida.

Con el paso del tiempo y la consolidación de dicha asociación, han conseguido incrementar la producción de algas y mejorar su calidad, así como comenzar a comercializarlas en condiciones justas. Gracias a este proyecto de desarrollo económico y social, se han mejorado notablemente las condiciones económicas del lugar, llegando a alcanzar notables beneficios de sus propios cultivos de algas.

“Desde la consolidación del cultivo de algas en la zona, hemos pasado de subsistir día a día, a obtener unos beneficios que nos han permitido construir una pequeña casa propia, comprar un barco para desarrollar aún mejor la producción y, lo más importante, pagar el parto de nuestra primera hija”, cuenta Mary Rose.

Actualmente, Mary Rose, es la secretaría de MONFESA, la compañía responsable del mantenimiento de las nuevas infraestructuras que hemos ayudado a crear en los viveros de algas. Su testimonio, es un ejemplo claro de mejora en calidad de vida y desarrollo económico y social, objetivo que perseguimos en todos nuestros proyectos.