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Las injustas sombras de la comercialización de los productores más vulnerables

Las injustas sombras de la comercialización de los productores más vulnerables

“No les damos el pescado, les enseñamos a pescar”, ese es uno de los lemas de nuestro trabajo diario. Pero, ¿qué pasa cuando saben o aprenden a pescar y no pueden vender sus productos? ¿O cuándo no pueden tener acceso al mercado en unas condiciones justas?

Nos vamos a Esmeraldas, una ciudad de Ecuador, capital de la provincia de Esmeraldas, que se encuentra en la zona noroccidental del país, a 318 km de Quito. Allí viven 150 pescadores que todos los días se levantan muy temprano para ir a pescar. Se trata de personas muy humildes, que viven en situación de pobreza, ya que, aunque cada día consiguen pescado, no tienen la forma de poder venderlo y así ganar ingresos para ellos y sus familias.

Desde CODESPA siempre hemos apostado por tres herramientas para que las personas más pobres puedan tener una oportunidad: la formación, el acceso a microcréditos y el apoyo en la comercialización. Hay veces que creemos que las tres cosas son necesarias y, en otras ocasiones nos centramos, más en una de ellas. Todo depende de las circunstancias de las personas con las que trabajamos.

Entendemos que el trabajo es un factor transformador y dinamizador de la sociedad cuya promoción supone una oportunidad de desarrollo insustituible. De esta forma, apoyamos la creación de modelos económicos más inclusivos, logrando un impacto positivo real con cada acción, sin generar dependencia. ¿Cómo trabajamos en este sentido?

  • Formación: facilitamos el acceso a la educación y a la capacitación para el empleo.
  • Acceso a microcrédito: fomentamos el acceso a pequeños préstamos a las personas que no tienen acceso al sistema bancario tradicional por su situación de exclusión, adaptando estos microcréditos a sus necesidades y posibilidades de devolución.
  • Apoyo en la comercialización: facilitamos el acceso a los mercados a los productores más pobres en condiciones justas. ¿De qué sirve ayudar a un campesino producir más si no puede o no sabe venderlo?

Esta última pregunta es lo que nos planteamos cuando llegamos a Esmeraldas y conocimos a estos pequeños pescadores. Vimos cómo tenían el producto pero no tenían las condiciones necesarias para poder venderlo de una forma justa. Su aislamiento, su soledad, sus pocos recursos, sus escasos conocimientos, hacían que no pudieran acceder al mercado.

El contexto de Esmeraldas es duro. El 67% de la población rural de esta ciudad vive en situación de pobreza y de ellos, el 35% se encuentra en condiciones de extrema pobreza, es decir que sobreviven con menos de US$ 1,00 por día, por persona en edad de trabajar.

Son personas que sufren, en primera persona, cómo tras muchas horas de trabajo, les engañan a la hora de vender. Ellos se encuentran tan desesperados por poder llevar algo de dinero a sus familias, que aceptan cualquier precio por sus productos, incluso cuando sabes que es injusto. Y eso, les hace seguir en el círculo de la pobreza, sin ver una salida.

¿Cómo trabajamos con estos pescadores para poder ofrecerles la oportunidad que la vida no les ha dado?

Les estamos apoyando para que se formen en pequeñas cooperativas. Estas cooperativas o empresas asociativas, formadas por un grupo de pescadores tienen el objetivo de que puedan aprender unos de otros y juntos acceder a mejores condiciones de venta de sus productos. Si se unen, serán más ‘fuertes’ y podrán negociar en condiciones justas.

Se trata de promover y fortalecer las asociaciones y cooperativas de campesinos para que puedan acceder a materiales y herramientas en condiciones que puedan permitirse. Les acompañamos en todo ese proceso y en el de comercialización de sus productos.

Al final, lo que pretendemos es ayudar a los pequeños productores a entrar en el mercado de forma justa. Estos ingresos que reciben no les hacen salir de la pobreza de un día para otro, pero es el principio de la victoria de esta batalla. Pueden alcanzar su seguridad y soberanía alimentaria, crecer poco a poco y así, el día que nos vayamos de la zona, ellos no necesitarán la ayuda de nadie. Podrán tener sus pequeños negocios que les permitan vivir en unas condiciones justas. Así, estas mujeres y hombres, ofrecerán un futuro lleno de esperanza a sus familias y conseguirán el desarrollo de sus comunidades y pueblos.

Como ves, las personas más vulnerables se encuentran muchas sombras a la hora de poder encontrar la oportunidad de cambiar sus vidas. Si quieres conocer testimonios en primera persona que cuentan cómo se sienten, visita www.fantasmasdelchimborazo.com.