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El hambre, un mal que se expande por toda África subsahariana

El hambre, un mal que se expande por toda África subsahariana

A través de un camino impracticable y más de tres horas de baches puedes llegar a Caála, un pequeño pueblo rural de Huambo, Angola. Aquí, las carreteras son angostos caminos que rara vez puede recorrer un todoterreno sin ningún tipo de accidente a cada hora.

Cuando comienzas a recorrer estas carretera te preguntas por qué hay bueyes en cada casa y su respuesta está en los campos, donde son su única herramienta para poder arar bajo el fuerte sol. Tierras ricas, con potencial para alimentar a su pueblo y a su gente, pero las familias pasan hambre.

 

Este es uno de los principales problemas a los que se enfrenta África, el hambre. En África subsahariana el 24,8% de su población padece inseguridad alimentaria, un porcentaje que aumenta en países como Angola, donde más del 27% de la población sufre hambre y llega al 90% en zonas rurales como la de Huambo.

Los niños, los que más sufren las consecuencias del hambre

El hambre tiene consecuencias fatales entre los niños y niñas de pueblos como Caála. Cuando en sus dos primeros años de vida sufren desnutrición les provoca problemas irreversibles en su salud y su crecimiento. Además, no tienen fuerzas para poder estudiar, ni siquiera para hacer aquello que todos los niños desean, jugar.

Los niños y las niñas, los que más sufren el hambre

Por eso padres de familia como Luciano sufren, no solo por ellos mismos, también porque no pueden darle a sus hijos lo que más necesitan. Una alimentación que les ayude a crecer fuertes y que les dé energía para ir a la escuela.

Luciano es un padre de una pequeña familia de Caála, donde dirige la cooperativa Ben Vindo. La traducción del nombre de esta cooperativa es Bienvenido y sin duda alguna hace referencia a cómo te sientes cuando llegas a conocerles. Al igual que todos los angoleños, Luciano es una persona muy abierta y te recibe con una gran sonrisa.

Todas las familias de Caála se dedican a la agricultura, pero desde que finalizó la guerra no son capaces de producir los suficientes alimentos para alimentar a sus familias. La falta de semillas de calidad, la destrucción de muchas de las infraestructuras de almacenamiento o la pérdida de conocimientos de cómo cultivar, son las consecuencias de una guerra de 27 años que lo destruyo todo.

Luciano, construyendo un futuro sin hambre

Luciano y muchos otros pequeños agricultores de Caála se unieron a nuestros proyectos en Angola con el objetivo de poder luchar contra el hambre que soportan sus familias.
Pusimos en marcha las escuelas de campo donde aprenden técnicas de cultivo, así como aspectos importantes sobre la nutrición. Por ejemplo, el uso de la soja como alimento y sus diferentes formas de usarla, como la leche de soja.

Además, han accedido a mejores semillas que les permiten aumentar las cosechas y conseguir excedentes que comercializan. Los conocimientos que están adquiriendo, les están permitiendo almacenar los alimentos que cosechan. Tienen alimentos para sus familias durante mayores periodos de tiempo y pueden vender partes de las cosechas.

Almacenes para ayudar a alcanzar la seguridad alimentaria

Esto es porque ahora tienen un pequeño almacén de patatas, donde se dan las condiciones de luz, humedad y ventilación para guardar las patatas. Seleccionan las mejores y, de tanto en tanto, van moviendo las patatas para que se aireen y asegurarse que no crían raíces que las echarían a perder. Antes llegaban a perder el 70% de las patatas que tenían; Luciano nos cuenta que tener este almacén es todo un lujo y una gran ayuda para las familias.

“El cambio de las familias es compra de ganado para la tracción animal, compra de material didáctico para los niños, pagar los costes de las escuelas de los niños y comprar alimentos para nuestras casas.”

 

Este es el impacto, la vida de las familias está cambiando. Empiezan a ganar la batalla contra el hambre y los ingresos que obtienen de los excedentes, los invierten en lo más importante para ellos, sus hijos.

Todavía seguimos trabajando con Luciano, queremos ayudarles a que puedan diversificar sus cosechas y que tengan contratos de venta en condiciones justas. Que su trabajo sea valorado y que Luciano, al igual que todas las familias, estén muy orgullosas de lo que están consiguiendo.