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Hola, me llamo Esate y vivo en Kingi

“Empiezo el día revisando el mantenimiento de mi moto-taxi. Después del baño desayuno con mis hijos y voy al mercado de Sake hasta las 15:00. Cuido mis tierras dos veces por semana. El resto de los días, se encargan mi esposa y mis hijos. Una vez a la semana tenemos nuestra reunión AVEC, así como con la asociación AJAK”.

Es la historia de Esate Maisha Lubongo, padre de familia de 42 años, que vive en la pequeña localidad de Kingi, en República Democrática del Congo. Las asociaciones a las que se refiere son la clave de esta historia, la historia de un imposible hecho –casi– realidad, la historia de cómo se puede multiplicar en casi un 400% la producción agrícola de los más vulnerables de África.

Kingi está situada en el territorio de Masisi. Pertenece a la provincia de Kivu del Norte. Allí vive Esate con su mujer y sus 8 hijos. Esate trabaja como taxista (de moto) y agricultor. Es un gran aficionado al ciclismo, actividad que a veces le reporta pequeños ingresos adicionales. De sus ocho hijos, tres van a la escuela. Esate explica:

“La sociedad casi nos ha obligado a tener educación escolar, pero en mi opinión existen varias alternativas que también pueden ser mejores frente a la educación formal. Me gustaría que mis hijos aprendieran oficios que les puedan proporcionar un ingreso que les ayude a organizarse en la vida”.

Esate conoció a la Fundación CODESPA hace diez años, mientras trabajaba con Don Bosco en la supervisión de jóvenes carpinteros, en Goma. Se incorporó al proyecto de CODESPA como miembro de la asociación AJAK, de la que es secretario.

¿Cuál era el problema con la producción en Kingi? Entre otros, las malas técnicas de cultivo, que la dejaron casi baldía. Además, con la devaluación del tipo de cambio y el aumento en el precio del combustible, Esate apenas recibía ingresos de su mototaxi.

“Tengo bastantes dificultades a la hora de realizar otros proyectos, comentaba Esate al inicio de esta iniciativa. Mi vida sigue siendo una continua lucha por satisfacer las necesidades diarias de la familia”. Aunque el proyecto ya ha terminado, y los resultados son muy buenos, Esate está aún al principio de su camino hacia la prosperidad.

“El proyecto nos ha permitido rentabilizar los espacios en desuso de nuestras parcelas, gracias a la implantación de huertas. Son nuestra única esperanza, ante el riesgo de sufrir desnutrición severa. Pedimos que las autoridades locales puedan investigar proyectos en asociación con ONG internacionales como CODESPA. Siempre comparto la información que recibo con mis familiares y amigos y también los involucro en la práctica con respecto a la instalación de mis jardines, como aprendimos de los líderes del proyecto. Además, siempre he estimulado a los jóvenes de mi comunidad a un despertar de conciencia, para que se hagan cargo del desarrollo de nuestro país, porque nadie más lo hará por nosotros”.

Datos del proyecto.

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